Arroyo Tapiracuái

El nombre de San Estanislao es sinónimo del
arroyo Tapiracuái. La historia de la ciudad, sus mitos y leyendas están
asociados con este curso de agua
.
Es impensable hablar de la ciudad de San Estanislao y
no hacer mención al arroyo Tapiracuái, alrededor del cual corren un sinnúmero
de leyendas.
El arroyo forma parte de los anales de Félix de Azara, militar español que en tiempos de la conquista permaneció por espacio de 11 años en la provincia del Paraguay en espera de los portugueses con quienes tenía la misión de trazar los límites entre los dos reinos, en esta parte del mundo.
El lapso en que estuvo en vano esperando a los representantes de Portugal, Félix de Azara utilizó para recorrer la provincia del Paraguay. Escribió numerosos libros de diversa índole, con diversos apuntes de geografía, etnografía, botánica e hidrografía. Aquí se volvió naturalista, sus apuntes sobre fauna y flora constituyen hasta hoy día referentes de importancia.
Gracias a Azara sabemos que el nombre original es Itapiraguay. La región estaba habitada por indígenas guaraníes de la nación mbya, dueños del monte. El continuo avance de los colonos españoles obligó al pueblo mbya a refugiarse en las profundidades de la selva.
San Estanislao se convirtió en el centro de una importante reducción jesuítica y contaba con un camino que lo unía con Asunción, evitando los esterales que rodean a la actual ciudad de Arroyos y Esteros. A lo largo del gobierno de don Carlos Antonio López, San Estanislao llegó a convertirse en una ciudad de referencia y las mejoras realizadas en el antiguo camino jesuita permitió un creciente comercio con la capital, sobre todo de madera y yerba mate.
La madera, aunque hoy parezca difícil de creer, salía de la región en “jangadas” a través del Tapiracuái. Las caudalosas aguas del riacho se empleaban para transportar rollos que eran arrojados al cauce, y en forma vertiginosa iban uno detrás de otro.
El arroyo forma parte de los anales de Félix de Azara, militar español que en tiempos de la conquista permaneció por espacio de 11 años en la provincia del Paraguay en espera de los portugueses con quienes tenía la misión de trazar los límites entre los dos reinos, en esta parte del mundo.
El lapso en que estuvo en vano esperando a los representantes de Portugal, Félix de Azara utilizó para recorrer la provincia del Paraguay. Escribió numerosos libros de diversa índole, con diversos apuntes de geografía, etnografía, botánica e hidrografía. Aquí se volvió naturalista, sus apuntes sobre fauna y flora constituyen hasta hoy día referentes de importancia.
Gracias a Azara sabemos que el nombre original es Itapiraguay. La región estaba habitada por indígenas guaraníes de la nación mbya, dueños del monte. El continuo avance de los colonos españoles obligó al pueblo mbya a refugiarse en las profundidades de la selva.
San Estanislao se convirtió en el centro de una importante reducción jesuítica y contaba con un camino que lo unía con Asunción, evitando los esterales que rodean a la actual ciudad de Arroyos y Esteros. A lo largo del gobierno de don Carlos Antonio López, San Estanislao llegó a convertirse en una ciudad de referencia y las mejoras realizadas en el antiguo camino jesuita permitió un creciente comercio con la capital, sobre todo de madera y yerba mate.
La madera, aunque hoy parezca difícil de creer, salía de la región en “jangadas” a través del Tapiracuái. Las caudalosas aguas del riacho se empleaban para transportar rollos que eran arrojados al cauce, y en forma vertiginosa iban uno detrás de otro.
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